El motor principal de este proyecto parte del asombro y admiración por las personas que, a través de la reparación, más allá de los cambios radicales y las novedades tecnológicas, cuidan y mantienen las cosas que nos rodean. Reparar, aun cuando puede resultar obvio, no solo se trata de resolver una descompostura sentado en el banquillo de trabajo sino también se desarrolla como un trabajo intelectual y minucioso que involucra procesos de investigación y optimización de recursos.

Para abordar la cultura de la reparación en la Ciudad de México era necesario pensar en un proyecto con distintos componentes, ya que la reparación de cámaras depende del flujo constante de refacciones, por lo que era necesario desplazarse por los distintos escenarios que la componen, como locales de servicio, talleres populares, tiendas, plazas comerciales, mercados de segunda mano, servicios de paquetería y compra-venta a través de Internet, entre otros.

El punto de partida para la investigación fue la producción audiovisual, ya que me dio la oportunidad de construir vínculos durante varios años con la familia Serrano y otros reparadores con los que ellos colaboran. El uso del video ha sido una parte fundamental, no sólo como forma de registro, de vinculación y como mecanismo de difusión, sino cómo un vehículo para el análisis y la interpretación. La cámara fungió también como herramienta de trabajo y objeto de estudio. Su uso no sólo tuvo consecuencias sobre el tipo de registro que llevé a cabo, sino también sobre mi experiencia, lo que la convierte igualmente en mediadora y objeto de las relaciones que sucedieron con los reparadores y otros actores.

Lo primero que les planteé a los reparadores, fue la realización del documental y posteriormente la etnografía, que forma parte central de la investigación y el documental interactivo. De tal suerte que la producción audiovisual fue delineando los primeros acuerdos para estar ahí y acercarme a su mundo. Con el proyecto audiovisual buscaba observar, documentar y preservar ciertos fragmentos o viñetas sobre el trabajo popular, la transformación tecnológica y su impacto ambiental en la ciudad. Poco a poco pude observar las relaciones sociales y económicas que se generan y pude documentar con detalle cada uno de los procesos de reparación, reúso y reciclaje de los objetos.

La realización del documental me permitió iniciar un archivo, mayormente videográfico, que comprende material recopilado entre enero de 2014 y septiembre del 2021, el cual da cuenta de diversos procesos de reparación, dinámicas laborales y familiares que se construyen en los talleres del Centro Histórico de la Ciudad de México y las maneras en que han enfrentado las crisis de los últimos años, como el terremoto de 2017 y la pandemia ocasionada por el SARS CoV-2 en 2020-2021. Este archivo fue cobrando valor conforme fui avanzando con el proceso de escritura y posteriormente en la construcción del web-doc, porque me permitió percibir en los espacios de trabajo y en la organización laboral, cambios sutiles, pero relevantes, que de otra forma se me hubiesen escapado. 

En este sentido el trabajo etnográfico que he realizado es en buena parte audiovisual y transmedia; hay clips de video y sonido de cada proceso de trabajo, la interacción con los clientes, los recorridos por el centro o el mercado de El Salado, y planos detalle sobre las piezas de las cámaras y las manos de los trabajadores manipulándolas. Al tratarse de reparadores de cámaras, contar con una ha sido muy importante para relacionarme con ellos y construir un marco común. Incluso cuando no la llevaba, y utilizaba mi teléfono, ofrecían prestarme una del taller para que el material tuviera mayor calidad. Las charlas muchas veces iniciaban abordando aspectos técnicos de la fotografía y desde ahí se iban hacia los detalles de su trabajo diario, por medio de anécdotas y vivencias cotidianas del momento, como el trato con clientes o el ocio con los colegas de otros talleres.

Gradualmente se fueron gestando una serie de intercambios que me permitieron continuar la conversación y pasar tiempo en los talleres, generando más reciprocidad con todos ellos. Por ejemplo, yo les pedía que me hablaran de un tema en particular y ellos que les hiciera un video con el material de días anteriores para su cuenta de Facebook. Después de varios meses, cuando les llevé el documental, a los más jóvenes les dio pie para molestarse entre ellos y hacer algunas bromas, pero David, su papá, más allá de verse retratado en una
película, le pareció que de alguna manera estaba incompleto porque había temas que, como diría él, se podían “despepitar a fondo”, lo que abrió la puerta para continuar con la investigación y posteriormente con esta plataforma en la que habitan los tres componentes del proyecto: el documental, la investigación y el documental interactivo.